De estrujarse el cerebro

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De la nada más absoluta puede surgir un chispazo que transforme la quietud en movimiento. Ayer comentaba el modo futurista de pensar del editor; cuando se ha estrujado bien el cerebro, normalmente, tiene que salir zumo... o ideas factibles, es entonces cuando todo el engranaje comienza a desperezarse, contento de ello.

Si la idea es viable en el futuro, habrá que trabajarla de forma brillante en el presente. Cuidar, limpiar y transformar una idea es una de las tareas más bonitas, directamente proporcional a peor valorada. Pero es el primer paso y si comenzamos saltando demasiado estamos perdidos.

  1. ¿Por qué quiero editar esta idea?
  2. ¿Cómo lo voy a hacer?

Dentro del primer aspecto nos encontramos con dilemas que, a priori, no deberían ser muy complicados de exponer. Se trata de hacer una justificación por escrito de aquello que has analizado ya: interés editorial, oportunidad, qué publicaciones son del mismo corte que la que tú pretendes, y estudiarlas, el autor de la obra, público al cual te vas a dirigir y al cual pretender acercarte.
El segundo aspecto es jugar un poco más, creo yo, a las aventuras. El cómo editar algo es un tema serio, puesto que no sólo se van a tratar los recursos materiales necesarios, sino también los humanos. Cuantificar y valorar todo eso es un castillo de naipes: pero hay que hacerlo. Así que en este apartado expondremos el formato más adecuado, colaboradores que se necesiten para lectura del original, corrección, ilustración, maquetación y diseño, impresión, distribución y venta.

Se ve que de una semilla pequeña va naciendo algo más grande. Ahora toca ser jardinero, o editor que para el caso viene siendo lo mismo.